Opinión

La economía colombiana ya suda petróleo: exministro Amilkar Acosta

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El exministro de Minas y especialista en temas de petróleo y combustibles Amilkar Acosta, advirtió que la economía colombiana va a tener que soportar este año un choque grave como consecuencia del coronavirus y de la caída de los precios del crudo, después de cerrar el 2019 con un déficit del 4.3% en la cuenta corriente de la balanza de pagos y un déficit fiscal aparente de 2.5%.

Según Acosta, de mantenerse los precios del crudo sobre los US $30 el barril por el resto del año, el déficit de cuenta corriente puede llegar a superar el 5%, toda vez que por cada US $10 que baja el precio del barril de crudo reduce en un 0.4 puntos porcentuales el crecimiento del PIB.

El profesor universitario recordó que el precio de referencia que se tuvo en cuenta en el Plan financiero de 2020 fue del US $60.5 dólares el barril, y con esta diferencia entre el uno y el otro le pasará factura al Presupuesto General de la Nación (PGN) por un valor de $12 billones.

“La situación se complicaría más el año entrante, cuando se sentirá el costo fiscal, por cuenta de las exenciones y beneficios tributarios a las empresas, de la Ley de crecimiento aprobada el año anterior, que se calcula en unos $10 billones y también la caída de los ingresos al fisco por concepto de impuesto de rentas, dividendos y regalías que paga la industria petrolera”, dijo Acosta.

El exministro recordó que por cada dólar que baja el precio del barril de crudo se dejan de recibir $429.000 millones y por cada 10.000 barriles que se dejan de exportar se dejan de recibir $301.000 millones, hecho que se verá afectado por partida doble porque a la baja de los precios se suma la caída de la producción y las exportaciones.

Con lo que nadie contaba era con que en los albores del 2020 se iba a desatar la pandemia del COVID-19 que, al obligar a tomar medidas extremas por parte de todos los países para contener su avance, se afectaron las cadenas de valor a nivel global, contagiando a la economía. Hemos llegado al punto que, al limitarse la producción y circulación de personas, bienes y servicios, según la Directora del FMI Kristalina Georgieva, “hemos entrado en una recesión igual o peor que la del 2009”.

Y esta recesión, todavía en ciernes, afecta la demanda de petróleo arrastrando consigo los precios a la baja, repitiéndose la historia de 2008, cuando la economía global tuvo un decrecimiento de – 0.6% y los precios del crudo cayeron de un promedio de US 94.10 el barril en 2008 a US $60.86 en 2009.

“La perspectiva negativa indica riesgos a la baja para las métricas fiscales y externas de Colombia durante los próximos 18 meses por la reciente caída en los precios del petróleo y el impacto global negativo de COVID-19, hecho que ha debilitado el perfil externo de Colombia con menores ganancias de exportación y un déficit de cuenta corriente más amplio sobre sus perspectivas de crecimiento económico”, dijo Acosta al señalar que la firma calificadora de riesgo S&P Global Ratings llegó a rebajar la perspectiva de estable hasta negativa.

Ya a finales del año anterior, otra firma calificadora de riesgo, en este caso Fitch, había ratificado también la calificación inversionista de la deuda soberana de Colombia, pero con perspectiva negativa, sustentada en el hecho que la misma “refleja los riesgos continuos para la consolidación fiscal y la trayectoria de la deuda pública, el debilitamiento de la credibilidad de la política fiscal y el aumento de las vulnerabilidades externas derivadas de los mayores desequilibrios externos y el aumento del endeudamiento”.

Otra voz autorizada es del experto Daniel Guardiola, economista de BTG Pactual, quien señala que “la economía colombiana enfrenta un período desafiante, con un empeoramiento del déficit de cuenta corriente, un aumento del déficit fiscal, una desaceleración de la actividad económica y, finalmente, un deterioro de la calificación crediticia del país y tal vez la pérdida del grado de inversión”. Y estamos a un solo escalón de perderlo.

Acosta se apoyó en la frase del inversor y empresario estadounidense Warren Buffet, según la cual “sólo cuando baja la marea se sabe quién nadaba desnudo” y lo que es claro es que, después del largo ciclo de precios altos del petróleo, que duró desde 2003 hasta junio de 2014, no se supo aprovechar para corregir los déficit gemelos, la economía colombiana sigue dependiendo en exceso del crudo, sujeta a las oscilaciones de sus precios internacionales cuya curva se comporta como si fuera una montaña rusa.

El Foro Económico Mundial (FEM) dijo que “Colombia hace parte del grupo de países que debe capitalizar su amplia disponibilidad de recursos energéticos para que, de manera sostenible, pueda maximizar los retornos de la industria y apoyar una mayor diversificación de la economía”.

Acosta reconoció que “no se ha tomado nota de ello y sólo cuando sobreviene la destorcida de los precios del petróleo se plantea la necesidad de diversificar la economía, pero tan pronto repuntan deja de ser prioridad para el Gobierno de turno. Este debería ser un propósito nacional que se traduzca en una política de Estado y deje de ser política de gobierno”.

Si algo caracteriza a los precios del petróleo es su volatilidad y esta está determinada por los fundamentales del mercado y/o por los viceversas de la geopolítica. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), se preveía que, a consecuencia del enfriamiento de la economía global, la demanda de petróleo en el 2020 se reduciría, por primera vez desde 2009, aproximadamente en 90.000 barriles/día, retrocediendo desde casi el millón de barriles/día de 2019 a los 99.9 millones de barriles/día.

Pero, como por la Ley de Murphy todo aquello que anda mal es susceptible de empeorar, el desencuentro entre los jeques de Arabia Saudita, que lidera la OPEP y Rusia, impidió que se extendiera el acuerdo alcanzado, que expira hoy, hasta el mes de diciembre de este año y desató una guerra de precios que ha puesto en jaque a los productores y exportadores de petróleo en todo el mundo.

Los precios del crudo se deslizan con tanta rapidez como si bajaran por un tobogán desde los US $68.9 el barril de la referencia BRENT, el más elevado desde septiembre de 2019, el 6 de enero de este año hasta los US $22.76 al cual se cotizó el 30 de los corrientes, su menor nivel desde noviembre de 2002. Y no es para menos, luego de conocerse el anuncio de parte de Arabia Saudita de llevar su producción a un nivel record de 10.6 millones de barriles diarios para el mes de mayo.

Bien decía Napoleón Bonaparte, que cuando uno sube se puede detener, pero cuando baja es muy difícil detenerse; esto, para decir que no se vislumbran mejores precios para el petróleo en el inmediato futuro, máxime cuando, como afirma Eugen Weinberg de Commerzbank, “no hay ninguna señal de reconciliación entre Arabia Saudita y Rusia”.

Cómo será que el inefable e impredecible Trump se atrevió a espetar que “esta es una lucha entre Arabia Saudita y Rusia y ambos se volvieron locos”. Arabia Saudita está convencida, como lo dice Andre Lebow de Commodities Research, que “con las mayores reservas de crudo y el bajo costo de su producción va a ganar” esta guerra y Rusia considera que está en capacidad de resistirla. Además, dada la sobreoferta de crudo que acusa actualmente el mercado, se prevé que los inventarios del mismo estarán al tope en los próximos meses, lo cual hará presión hacia la baja de sus precios.

Fecha: abril 5 de 2020  – Edición: Germán Oquendo

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